Como hemos visto en nuestra sección la historia del café, el
cultivo del producto estuvo originalmente dominado por los árabes, quienes
perdieron ese dominio hacia el siglo XVII. Por ser un cultivo tropical, los
holandeses y posteriormente los franceses y portugueses desarrollaron
plantaciones en sus colonias de Asia, América y posteriormente África. Esta
relación se mantuvo mientras las potencias europeas mantuvieron sus dominios de
ultramar.
El café se convirtió en uno de los más importantes
detonantes del desarrollo económico de Brasil y de otros países
latinoamericanos en los siglos XIX y XX, no sólo por su importancia en términos
de generación de divisas, sino porque los ingresos derivados del producto y las
necesidades de procesamiento del mismo facilitaron la creación de mercados
internos que demandaron otro tipo de bienes y servicios. La producción de café
no requería de costosos insumos importados y generaba anhelados ingresos por
exportación para unas economías frágiles y con poca exposición al comercio
internacional. Fue la industria del café de Sao Paulo, Paraná y el Sur De Minas
Gerais, los dueños de las llamadas "fazendas brasileiras" la que permitió, en el caso brasilero,
consolidar una aristocracia local que conservó el poder político y acumuló el
capital necesario para desarrollar otras industrias. Consecuentemente, la
política cafetera del primer productor mundial por decenas de años buscó
mantener precios remunerativos a los productores, en muchas ocasiones tomando
medidas unilaterales.
En 1905 el Estado brasilero de Sao Paulo utilizó por primera
vez un instrumento de estabilización de precios o valorizaciones. El mecanismo
de valorización implicaba que los productores paulistas reducían
unilateralmente su oferta exportable para elevar la cotización internacional.
Luego el instrumento de la valorización fue utilizado nuevamente en Brasil en
1917 y 1921. Entre 1927 y 1928 el Instituto del Café de Sao Paulo comenzó a
comprar el café con fines de estabilización de la oferta externa del grano y
alentó a otros estados productores de Brasil a unirse a este esfuerzo.
En los años posteriores a la Gran Depresión, los países
productores de América se reunieron bajo las Conferencias Panamericanas de Café
(en Bogotá en 1936 y en La Habana en 1937), las cuales no alcanzaron ningún
acuerdo para regular la oferta en los mercados mundiales. En consecuencia,
Brasil continuó con sus iniciativas unilaterales de destrucción de inventarios
de café utilizando recursos públicos, las cuales alcanzaron volúmenes muy
importantes entre 1931 y 1938. De hecho, la destrucción de café de Brasil en el
período 1931-38 alcanzó cerca de 69 millones de sacos de café, es decir casi el
doble de la producción promedio anual registrada en el lapso 1935-1940.
Durante la Segunda Guerra Mundial el consumo de café volvió
a contraerse, pero está vez por la imposibilidad de abastecer los mercados
europeos por el escalamiento del conflicto. Con el fin de alentar la
permanencia de América Latina del lado de los aliados, Estados Unidos apoyó el
Convenio Interamericano del Café en 1940, evento que marcó el inicio de un
segundo período de regulación del mercado mediante pactos cafeteros. En este
convenio los países productores miembros, incluidos Brasil y Colombia, fijaron
cuotas para distribuirse el mercado estadounidense. Estados Unidos actuó de
alguna forma como garante del cumplimiento del acuerdo, pero en realidad no
había una manera efectiva para asegurar que los países no violaran su palabra
respecto de las cuotas de exportación. En principio, el acuerdo incluyó cuotas
para el resto del mundo, las cuales se cumplieron en la medida en que se
normalizó la situación del transporte marítimo.
Tras el Convenio Interamericano del Café de 1940 y hasta
1962 se realizaron otra serie de pactos o compromisos en el marco de
conferencias panamericanas, que introdujeron nuevos elementos de regulación del
mercado de café. Por ejemplo, en 1954 se celebró en Río de Janeiro el
denominado Pacto de Caballeros, entre el Instituto Brasileño del Café, la
Federación Nacional de Cafeteros de Colombia y la Federación Cafetera
Centroamericana, dirigido a establecer compromisos de precios mínimos de venta
en los mercados internacionales. Este Convenio Interamericano del Café se
destaca por ser el primero en el que participaron todos los principales países
productores (en ese entonces la producción africana era casi nula) y además un
importante país consumidor, lo cual sentó las bases de iniciativas similares posteriores.
En 1962 comienza la tercera ola de acuerdos del café, en el
marco de la Organización Internacional del Café (OIC). Los distintos acuerdos
de cuotas de exportación de la OIC datan de 1962, 1968, 1976 y 1983. El pacto
inicial de 1962 sobresale como el primer acuerdo multinacional cafetero en el
que participaron la inmensa mayoría tanto de los países productores que
representaban 90% de la producción mundial como de las naciones consumidoras.
El objetivo de este primer acuerdo de la OIC era estabilizar los precios
externos mediante el cumplimiento de cuotas obligatorias de exportación. Para
compatibilizar el nivel de oferta de café doméstico con la cuota asignada, los
países productores debían almacenar el café y/o imponer impuestos a la
producción. El sistema de cuotas de exportación funcionó hasta julio de 1989,
aunque fue suspendido durante ciertos periodos. El cumplimiento de las cuotas
era suspendido cuando se presentaba un choque climático en Brasil, que
terminaba por aumentar los precios y hacía atractivo exportar mayores
volúmenes, incluyendo aquellos almacenados en países productores, a los
mercados internacionales para aprovechar los mayores precios y reduciendo así
la volatilidad de los mismos.
La OIC continúa existiendo bajo acuerdos que ya no contienen cuotas de exportación y se
centran en instrumentos de cooperación entre los países para asegurar la
sostenibilidad de la industria en un contexto de libre mercado. En la
actualidad la Organización cuenta con 44 países productores (incluyendo a los
tres principales productores, Brasil, Vietnam y Colombia) y 30 países
consumidores, entre los cuales está la Unión Europea y Estados Unidos. Este
último país se reincorporó a esta organización en febrero de 2005.
Existen diversas instituciones vinculadas al mundo del café.
En Norteamérica se destacan la National Coffee Association, el Coffee
Association of Canada, el Specialty Coffee Association of America y el
Specialty Coffee Institute. En Europa, además de las asociaciones nacionales
representadas por el European Coffee Federation, está la Specialty Coffee
Association of Europe. En Japón se destaca la All Japan Coffee Association.
Similarmente los países productores tienen instituciones que
también están vinculadas al mundo del café, muchas de las cuales dependen de un
Ministerio o son gremios privados. En Brasil está CECAFÉ que representa a los
exportadores y la ABIC a los
industriales. En México y Centroamérica se destacan el Consejo Mexicano del
Café, Anacafé en Guatemala, el Instituto Salvadoreño del Café, el Instituto
Hondureño del Café, el Instituto Costarricense del Café. En África también
están los Coffee Boards, como el Coffee Board de Kenya.
Tomado de : http://www.cafedecolombia.com/particulares/es/sobre_el_cafe/mucho_mas_que_una_bebida/economia_institucional_del_cafe/
Tomado de : http://www.cafedecolombia.com/particulares/es/sobre_el_cafe/mucho_mas_que_una_bebida/economia_institucional_del_cafe/
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