martes, 29 de octubre de 2013

Marca de café Colombiano


AUGE DEL CAFÉ BENEFICIA A PRODUCTORES DEL META

Volvieron las épocas de vacas gordas para las cerca de 6.000 familias cafeteras que hay en el departamento del Meta, quienes se han beneficiado con los históricos incrementos de los precios del grano en el mercado internacional y con los fenómenos metereológicos.

En lo que va corrido del año el ingreso para los productores se ha duplicado al pasar el precio de la carga de café de 220.000 a 431,375 pesos.
Aunque el pasado viernes el precio para el mercado interno colombiano se fijó en 431.375 pesos la carga de 125 kilos de café pergamino tipo federación (3.451 pesos por kilo), hoy nuevamente los caficultores del piedemonte llanero al igual que del resto del país, tienen la posibilidad de vender su café a mayor precio si el Comité Nacional de Cafeteros autoriza un incremento, como consecuencia de las fluctuaciones del precio en la Bolsa de Nueva York, donde la libra del grano se cotizó a 3,25 dólares.
La Federación Nacional de Cafeteros (Fedecafé), calcula que la producción del departamento está en el orden de los 5 millones de kilos al año.
Para los productores llaneros, los buenos precios en la carga de café, que al parecer no se prolongará por mucho tiempo, son cosas de la naturaleza y del azar.
Por un lado, los caficultores del Meta han podido beneficiarse con los altos precios al adelantarse la cosecha como consecuencia de fenómenos naturales al final del año pasado y principios de este, situación anómala que favoreció el llenado de las floraciones en los cultivos.
En otras palabras, en los municipios productores (Lejanías, Mesetas, El Castillo, Cubarral, San Juan de Arama, Cumaral y El dorado) se presentaron lluvias en la época seca, llevando a que el grano se formara completamente en menor tiempo. Así, la cosecha que se esperaba para los meses de septiembre, octubre, noviembre, diciembre y enero, se inició en febrero.
Otro punto a favor de los cafeteros del piedemonte del Meta es el hecho de que el ataque de la broca no se ha generalizado a toda el área productora, lo cual lleva a producir un grano de café de buena calidad.
Ante los mayores precios en el mercado internacional, provocados por situaciones coyunturales como las heladas en el Brasil, el bajo stock de las tostadoras y la caída en el área y producción, Fedecafé pidió prudencia a las familias caficultoras. El objetivo, según la Federación, es no hacer nuevas siembras con el fin de aumentar el área cultivada, sino continuar el programa de renovación de los cultivos viejos e improductivos, con el objetivo de mantener el área existente, pero bien tecnificada.
La recomendación se fundamenta en el temor de que por los altos precios del grano, los caficultores comiencen a sembrar nuevas áreas, corriendo el riesgo de que en los próximos años se dispare la producción y caigan los precios.
Se acabó el cuarto de hora En el momento que los caficultores esperaban un nuevo incremento del precio interno del café, pues durante la última semana pasó de 401.250 a 431.275 pesos la carga de 125 kilos, el precio internacional empezó a bajar.
Según FAXATIEMPO, publicación de la Casa Editorial EL TIEMPO, este comportamiento comenzó a evidenciarse desde los primeros minutos del mercado, cuando en Nueva York la cotización para el denominado Contrato C (suaves centroamericanos y colombiano) para entrega a julio abrió a 3,09 dólares, 5,8 centavos menos, y al cierre de la jornada la cotización para los mismos contratos terminó en 2,75 dólares la libra, 39,8 centavos menos con relación al cierre del jueves.
Publicación
eltiempo.com
Sección
Economía
Fecha de publicación
3 de junio de 1997

La Crisis Cafetera en Colombia

El país operó durante cincuenta años con una política cafetera basada en el diagnóstico de su inelasticidad de la demanda. En virtud del acuerdo mundial del café, los países productores estaban en capacidad de regular la oferta mundial y colocar los precios en las condiciones más favorables. El sector evolucionó con grandes excedentes que permitieron un manejo laxo de los gastos, el patrimonio y los costos de producción.
Las condiciones cambiaron con la eliminación del acuerdo mundial del café en 1988 y el desmonte del estatuto cambiario 444 y la Junta Monetaria en la administración de César Gaviria. El sector quedó a merced de la oferta y la demanda. Dentro de este marco de libertad de mercado, era inevitable que el precio de un producto inelástico se deteriorara progresivamente y castigara en un mayor grado a quienes operan con mayores costos.
Sin embargo, la Federación mantuvo la misma estructura de opulencia. En particular, se negó a entrar en las variedades robustas que pueden cultivarse con mayores productividades (productividad por hectárea). Mientras que el último quinquenio la producción del café arábico colombiano se derrumbó, la del robusta aumento en Brasil y otros lugares.
En contraste, los nuevos productores buscaron desplazar a los tradicionales reduciendo los costos y la calidad. En la actualidad, Colombia importa café de Perú y Ecuador con precios muy inferiores al de exportación y registra costos de producción tres veces mayores que los de Vietnam. El país perdió participación en los mercados internacionales, pasando del segundo al cuarto lugar, y vio esfumar el cuantioso patrimonio de la Federación de Cafeteros. Se configuró un círculo vicioso en que la baja demanda del producto reducía las ganancias, y esto dificultaba la modernización y la ampliación de la producción. El sector sobrevivía por los elevados precios internacionales y la asistencia del Gobierno.
El otro aspecto es el tipo de cambio. El país está montado sobre el sector minero que tiene elevadas necesidades de inversión extranjera y genera la totalidad de sus ingresos en divisas. Así, la producción tiende a concentrarse en la minería y en los servicios y la mayor parte del consumo industrial y agrícola se obtiene abaratado en el exterior.
Como existen serias limitaciones para el empleo y las divisas, surge la abundancia de divisas que revalúa el tipo de cambio y desplaza la producción de bienes transables. Así, la enfermedad holandesa adquiere la forma de extinción de la industria, la agricultura y el empleo.
La verdad es que en la última década, y en especial en el último lustro, el café operó dentro de condiciones de costos y revaluación que no consultaban con las realidades internas y externas. Se pensó que los elevados precios se mantendrían y daban margen para todo. No se advirtió que se trataba de un producto inelástico que tiende al deterioro paulatino de sus cotizaciones.
Luego de cincuenta años de severa regulación del sector e intervención en el mercado, el país le apostó al libre mercado dentro de un marco de permisividad a los dirigentes cafeteros y enfermedad holandesa y terminó en el mismo descalabro del resto de la agricultura y la industria. El Comité del Café, integrado por el Gobierno y la Federación, careció de la visión, el diagnóstico y el manejo para evitar que los costos superaran los precios y colocaran al sector al borde de la quiebra.

La causas de la crisis no hay que buscarlas aguas arriba. Se encuentran en la trivialidad de la política cafetera de producción y costos, el motor de la minería y la modalidad de cambio flexible.

Tomado de: http://www.elespectador.com/opinion/columna-407945-crisis-cafetera

Economía Institucional del Café

Como hemos visto en nuestra sección la historia del café, el cultivo del producto estuvo originalmente dominado por los árabes, quienes perdieron ese dominio hacia el siglo XVII. Por ser un cultivo tropical, los holandeses y posteriormente los franceses y portugueses desarrollaron plantaciones en sus colonias de Asia, América y posteriormente África. Esta relación se mantuvo mientras las potencias europeas mantuvieron sus dominios de ultramar.
El café se convirtió en uno de los más importantes detonantes del desarrollo económico de Brasil y de otros países latinoamericanos en los siglos XIX y XX, no sólo por su importancia en términos de generación de divisas, sino porque los ingresos derivados del producto y las necesidades de procesamiento del mismo facilitaron la creación de mercados internos que demandaron otro tipo de bienes y servicios. La producción de café no requería de costosos insumos importados y generaba anhelados ingresos por exportación para unas economías frágiles y con poca exposición al comercio internacional. Fue la industria del café de Sao Paulo, Paraná y el Sur De Minas Gerais, los dueños de las llamadas "fazendas brasileiras"  la que permitió, en el caso brasilero, consolidar una aristocracia local que conservó el poder político y acumuló el capital necesario para desarrollar otras industrias. Consecuentemente, la política cafetera del primer productor mundial por decenas de años buscó mantener precios remunerativos a los productores, en muchas ocasiones tomando medidas unilaterales.
En 1905 el Estado brasilero de Sao Paulo utilizó por primera vez un instrumento de estabilización de precios o valorizaciones. El mecanismo de valorización implicaba que los productores paulistas reducían unilateralmente su oferta exportable para elevar la cotización internacional. Luego el instrumento de la valorización fue utilizado nuevamente en Brasil en 1917 y 1921. Entre 1927 y 1928 el Instituto del Café de Sao Paulo comenzó a comprar el café con fines de estabilización de la oferta externa del grano y alentó a otros estados productores de Brasil a unirse a este esfuerzo.
En los años posteriores a la Gran Depresión, los países productores de América se reunieron bajo las Conferencias Panamericanas de Café (en Bogotá en 1936 y en La Habana en 1937), las cuales no alcanzaron ningún acuerdo para regular la oferta en los mercados mundiales. En consecuencia, Brasil continuó con sus iniciativas unilaterales de destrucción de inventarios de café utilizando recursos públicos, las cuales alcanzaron volúmenes muy importantes entre 1931 y 1938. De hecho, la destrucción de café de Brasil en el período 1931-38 alcanzó cerca de 69 millones de sacos de café, es decir casi el doble de la producción promedio anual registrada en el lapso 1935-1940.
Durante la Segunda Guerra Mundial el consumo de café volvió a contraerse, pero está vez por la imposibilidad de abastecer los mercados europeos por el escalamiento del conflicto. Con el fin de alentar la permanencia de América Latina del lado de los aliados, Estados Unidos apoyó el Convenio Interamericano del Café en 1940, evento que marcó el inicio de un segundo período de regulación del mercado mediante pactos cafeteros. En este convenio los países productores miembros, incluidos Brasil y Colombia, fijaron cuotas para distribuirse el mercado estadounidense. Estados Unidos actuó de alguna forma como garante del cumplimiento del acuerdo, pero en realidad no había una manera efectiva para asegurar que los países no violaran su palabra respecto de las cuotas de exportación. En principio, el acuerdo incluyó cuotas para el resto del mundo, las cuales se cumplieron en la medida en que se normalizó la situación del transporte marítimo.
Tras el Convenio Interamericano del Café de 1940 y hasta 1962 se realizaron otra serie de pactos o compromisos en el marco de conferencias panamericanas, que introdujeron nuevos elementos de regulación del mercado de café. Por ejemplo, en 1954 se celebró en Río de Janeiro el denominado Pacto de Caballeros, entre el Instituto Brasileño del Café, la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia y la Federación Cafetera Centroamericana, dirigido a establecer compromisos de precios mínimos de venta en los mercados internacionales. Este Convenio Interamericano del Café se destaca por ser el primero en el que participaron todos los principales países productores (en ese entonces la producción africana era casi nula) y además un importante país consumidor, lo cual sentó las bases de iniciativas similares posteriores.
En 1962 comienza la tercera ola de acuerdos del café, en el marco de la Organización Internacional del Café (OIC). Los distintos acuerdos de cuotas de exportación de la OIC datan de 1962, 1968, 1976 y 1983. El pacto inicial de 1962 sobresale como el primer acuerdo multinacional cafetero en el que participaron la inmensa mayoría tanto de los países productores que representaban 90% de la producción mundial como de las naciones consumidoras. El objetivo de este primer acuerdo de la OIC era estabilizar los precios externos mediante el cumplimiento de cuotas obligatorias de exportación. Para compatibilizar el nivel de oferta de café doméstico con la cuota asignada, los países productores debían almacenar el café y/o imponer impuestos a la producción. El sistema de cuotas de exportación funcionó hasta julio de 1989, aunque fue suspendido durante ciertos periodos. El cumplimiento de las cuotas era suspendido cuando se presentaba un choque climático en Brasil, que terminaba por aumentar los precios y hacía atractivo exportar mayores volúmenes, incluyendo aquellos almacenados en países productores, a los mercados internacionales para aprovechar los mayores precios y reduciendo así la volatilidad de los mismos.
La OIC continúa existiendo bajo acuerdos que  ya no contienen cuotas de exportación y se centran en instrumentos de cooperación entre los países para asegurar la sostenibilidad de la industria en un contexto de libre mercado. En la actualidad la Organización cuenta con 44 países productores (incluyendo a los tres principales productores, Brasil, Vietnam y Colombia) y 30 países consumidores, entre los cuales está la Unión Europea y Estados Unidos. Este último país se reincorporó a esta organización en febrero de 2005.
Existen diversas instituciones vinculadas al mundo del café. En Norteamérica se destacan la National Coffee Association, el Coffee Association of Canada, el Specialty Coffee Association of America y el Specialty Coffee Institute. En Europa, además de las asociaciones nacionales representadas por el European Coffee Federation, está la Specialty Coffee Association of Europe. En Japón se destaca la All Japan Coffee Association.

Similarmente los países productores tienen instituciones que también están vinculadas al mundo del café, muchas de las cuales dependen de un Ministerio o son gremios privados. En Brasil está CECAFÉ que representa a los exportadores y la  ABIC a los industriales. En México y Centroamérica se destacan el Consejo Mexicano del Café, Anacafé en Guatemala, el Instituto Salvadoreño del Café, el Instituto Hondureño del Café, el Instituto Costarricense del Café. En África también están los Coffee Boards, como el Coffee Board de Kenya.


Tomado de : http://www.cafedecolombia.com/particulares/es/sobre_el_cafe/mucho_mas_que_una_bebida/economia_institucional_del_cafe/